Es un hecho que estamos rodeados de millones y millones de estrellas, infinidad de soles. No cabe duda de la existencia magistral e incontable de lucesitas insaciables en el horizonte vertical. No obstante, es casi imposible que al subir nuestras cabezas y abrir los ojos logremos deleitar nuestra vista con la indudable realidad.
Que difícil ha de ser para el poeta o el pintor echar a volar la imaginación si nos estamos privando de nuestro derecho humano de contemplar algo tan evidente; cuantas llaves al cajón donde se guardan los colores que pintan nuestras hojas han de estar perdidas?
Estamos creando tanto ruido en nuestra casa, que solemos olvidar que somos una molécula de sal en un mar turbulento e indomable.
Busco, sin parar, un cielo estrellado que nos recuerde varias cosas:
- La belleza es sencilla, infinita, y totalmente incontrolable
- Nos ahogamos con el agua por los tobillos
- La felicidad no tiene definición
Hoy me topé con un pedacito de cielo, y me recordó algo que no debería olvidar, lo feliz que soy...